¿Cuánto más?

Detenido, sofocado entre la duda,
la tortura se mofaba del placar
del cantar que suspiró, desesperado,
el tratado de avanzar mirando atrás.

De los tragos más amargos, endulzaba
la resaca por la sed de irrealidad.
¿Mutilar más la razón es perdonable
si, aunque hablen, los motivos ya no están?

No querrás que éste iluso te imagine,
que se humille en la salida sin entrar,
si es verdad que de terrenos casi muertos
llueve al huerto sin semilla: rol del tiempo.

Ya no soy, dejé de ver, dejé de serte;
siendo inerte, un motivo me acompaña,
y aunque daña lo conservo en el rezago:
el estrago, de esta duda, deidad.

¿Yo quererte? Mi futuro no lo sabe.
Lo que cabe en la red de los presentes
es la suerte, que se goza de lo incierto;
lo que a besos se decide, somnoliento.

Yo libero disyuntivas en el aire,
cuando arden las atrapa tu mirada;
la bandada aterriza en mis ideas
y una nueva indecisión me apaga.

¡Qué patético escarbar en los escombros,
y en los hombros del olvido descansar!
Pero qué triste apagar las luces bellas
con el miedo que destella oscuridad.

¿Que si entiendo o si no entiendo es lo trivial?
De un mural dubitativo no me aferro,
ni al entierro en el infierno o en el cielo
si aún no puedo resolver un “¿cuánto más?”.

¿Otra vez? – gritó mi alma ensordecida.
¿Qué no huías? – la solapa del mañana.
¿Notas vanas? – la guitarra del jamás.
¿Cuánto más? – una mente amordazada.