1.8.13

De viajes al Digimundo y demás cosas importantes...

Es tiempo al fin de revivir mi blog, pues hoy, 1 de agosto, es un día muy importante para mí. No es mi cumpleaños, ni el cumpleaños de nadie más que conozca (o que me acuerde). No me gradúo hoy, ni conseguiré pactar el negocio más grande de mi vida, ni tampoco conseguí mi primer trabajo, ni es una fecha amorosamente significativa. En realidad resulta una fecha completamente irrelevante para un 99.57% de la población, según datos de INE (Inventos, Ninguna Estadística). Hoy es el ODAIBA MEMORIAL, mejor conocido (?) como el aniversario de Digimon, o el primer viaje al digimundo (mundo digital).

El año de 1999, durante el campamento de verano realizado el 1 de agosto al cual acudieron los niños residentes de Odaiba: Tai Kamiya, Matt Ishida, T.K. Takaishi, Sora Takenouchi, Jou Kido, Izzy Izumi y Mimi Tachikawa, sucedió algo insólito: nevó en pleno verano, apareció algo similar a la aurora boreal, y 7 extrañas máquinas parecidas a relojes de pulcera cayeron del cielo, y transportaron a los niños mencionados hacia otro mundo que debía ser salvado: EL DIGIMUNDO.




Bueno, realmente no existe ningún registro fotográfico, periodístico o videográfico sobre el suceso. Es más, nunca se investigó ni fue noticia. Es más, algunos expertos técnicamente infalibles podrían referirse a dicho suceso como "es una caricatura, todo eso es de mentiras", aunque no sé ustedes, pero si ignoramos lo falaz de mi siguiente argumento, creo que nada que haya sido idea una vez puede estar completamente fuera de este enigma llamado "existencia".

Qué radical eso de hacerse a la idea de la inexistencia de algo que te hizo/hace sentir feliz y que no daña a nadie, bajo el contundente peso de la obligada madurez y la culera realidad. O bueno, otra posibilidad es que yo sea un pendejo inmaduro y sentimental, y aparte idealista sin causa, pero en fin, en ignorar esa posibilidad va lo falaz que mencioné antes (ahí sí me conviene la inexistencia de algunas ideas, mea culpa).

Al fin, ¿qué es realmente lo "importante"? ¿Qué cosas o fechas realmente merecen ser recordadas y/o celebradas? ¿Qué motivos hay para alegrarse o entristecerse y por qué varían tanto con la edad? Hay un enorme conflicto entre lo que me han enseñado que debería importarme, y lo que realmente he venido notando que me ha importado durante toda mi vida. Por ejemplo, no recuerdo que en ninguno de mis cumpleaños, entregas de notas en primaria o la primera comunión haya sentido tanta emoción y alegría como la que sentí cuando las flechas de Angemon y Angewomon hicieron posible la digievolución mega de Wargreymon y Weregarurumon, o la transformación de Goku en super saiya-jin, o el renacimiento de Yusuke como un híbrido mazoku (y eso que tenía buenas notas).


¡Navidad! Al fin llegaba navidad y me emocionaba mucho por ello, contaba los días y me sentía ansioso por desvelarme quemando cohetes, para luego ir al punto: LOS REGALOS. Sin embargo recuerdo que desde los 6 años (o antes) ya trataba de autoconvencerme de que eso no era lo importante de la navidad, sino la paz, el amor, el nacimiento de Jesús, y demás, aun aunque no entendiera nada de ello y algo dentro de mí supiera todo el tiempo que lo que más esperaba eran los regalos, pues eso me hacía sentir feliz, me emocionaba, me había preparado por casi un mes solo para ello, ¿¡qué conflicto!, o no? Pero bueno, tenía que adoptar esa idea porque eso me enseñaron. Me enseñaron cuán insípido resulta lo "importante" casi siempre. Bueh...

Las veces que perdí la chumpa del uniforme del colegio, pachones, loncheras, recipientes... sabía que mi mamá me haría pagar por eso, talvez no económicamente, pero sí me echaría miradas y regaños de esos que asesinan. Una vez me suspendieron en el colegio por pegarle a un niño, y esa angustia escolar solo la superó el día en que perdí un curso por primera vez en mi vida. Sin embargo, ninguna de esas ocasiones causaron en mí alguna emoción más triste que la que sentí con la muerte de Wizardmon, o la batalla de Shiryu en la casa de capricornio. Es más, ninguna de las veces que me castigaban por hacer algo "muy malo" me llegué a sentir tan miserable como cuando vi el final de Digimon Tamers (¡OH, MALDITO FINAL DE DIGIMON TAMERS!).

¿Cómo es eso que si llorás o sonreís como idiota sin motivo aparente, es normal si lo provoca un enamoramiento, pero es ridículo e inmaduro si lo provoca una serie animada? Talvez no haya vivido más que 4 relaciones amorosas en toda mi vida, pero sé decir con gran seguridad que al haber hecho una estupidez bajo efectos de euforia amorosa, o tristeza amorosa, he terminado arrepentido y avergonzado tanto a largo plazo como a corto plazo, y ha sido siempre culpa mía directamente (por pendejo y ya) o indirectamente (por dejar que ella la cague, o sea, por pendejo). Sin embargo, las "ridículas" emociones inmaduras que me dieron los niños elegidos con sus digimon nunca me han supuesto arrepentimiento y/o vergüenza, ni lo causó recordar que brinqué por toda la sala de mi casa mientras Seiya subía hacia la estatua de Athena sin sus 5 sentidos, y así. Aunque bien, quizás solo soy un maldito ridículo; juzguen.

He notado que las cosas "importantes", casualmente, resultan tener una relación con dinero, en primer plano o en segundo. Es decir, dicen que es más importante ir a trabajar que  salir a pasarla bien con los cuates, por más contradictorias que sean las reacciones; además si faltas por enfermedad o lesión, es tolerado, pero si dijeras "fíjese jefe que no fui a trabajar porque vi a un amigo que no había visto en años", o "es que me salió un conecte, jefe" o "es que me desvelé buscando al octavo niño elegido"... ¡¡DESPEDIDO!! Eso es porque te pagan por trabajar y hacer mucho dinero para alguien más. O en los estudios, como se pagan, le ganan en importancia a cualquier otra cosa (dicen), y si fuese educación pública, "sirve para prepararse y ser alguien en la vida", lo que resulta eufemismo de "tener títulos y ganar mucho mucho dinero... ah, y aprender, si es que te da tiempo".

No pretendo sonar como un militante disidente de la realidad, o un idealista sin causas ni propuestas, ni un egoísta sin noción de la vida real (o sin eufemismos, un imbécil), porque no lo soy (creo). Mucho menos me molesta que se le dé importancia a cosas con incidencia, sino la incapacidad de muchos de comprender que las cosas importantes son relativas y subjetivas. Por ejemplo, para mí era mucho más importante el episodio de la digievolución de Zudomon que la graduación del hijo de doña Raquel, pero igual, me lo perdí porque tuve que ir bajo la premisa de que "era algo importante" (sí, mamá, aun lo recuerdo, y como diría T.K., NO LO PERDONO x459745). Sin embargo, tanto a doña Raquel como al hijo de doña Raquel, el episodio de la digievolución de Zudomon se las zudaba (tu rum pss*), lo que es muy comprensible. Ahí un ejemplo de lo relativo de lo que tanto hablo.

En fin, agradecería a los creadores de las series anime de mi infancia, pero no me acuerdo de sus nombres y/o no los puedo pronunciar, así que agradeceré en este día internacional de Digimon (la institución que hace los días mundiales me la pela, gracias) a los niños elegidos por hacer de mi infancia algo genial, y por traerme tantos recuerdos años después. Que me perdonen el día del ejército, día de la asunción, día(s) del diseñador gráfico, de San Sebastián (?), o el aniversario de la graduación del hijo de doña Raquel, pero el Odaiba Memorial del 1 de agosto, conmemoración de la aventura de esos niños y sus digimon, nunca dejará de ser más importante para mí que ellos; talvez lo pensé a los 6 años, pero 13 más tarde lo sostengo y pues, aquí termino el post más friki que he hecho, pero un post de friki feliz.

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